La gran algarabía hizo que apareciera de repente, sentada en la esquina de su cama. Aún dormía, aunque sus ojos permanecían abiertos eran incapaces de percibir nada de lo que les rodeaba. Se mantenía exhorta en sus pensamientos, hechizada por los recuerdos que días atrás había dejado. Recordaba aquellos infinitos paseos al atardecer por la orilla de la playa, con sus manos entrelazadas. Había sido realmente feliz, tan feliz como nunca hubiera imaginado serlo.
Ni en lo más recóndito de sus pensamientos, en la vida hubiera creído que los flechazos existieran, y mucho menos que le fuera a tocar vivirlos en carne propia. Quince días atrás, el mundo se había parado por un instante; sólo había caricias y susurros, todo eran bellas palabras y hasta la música sonaba diferente. Miraba atrás en el tiempo, que le parecía tan lejano, y se veía a sí misma como una adolescente, una adolescente enamorada.
Ahora, en este preciso instante, todo había cambiado. Había retornado a la cruda realidad del día a día. Había regresado al ajetreo, al trajín del trabajo, a los conflictos y contrariedades en la carrera por la supervivencia. Atrás habían quedado los mimos y arrumacos, los abrazos y los besos en la playa; atrás habían quedado las quimeras. Había llegado el momento en el que debía despertar de aquella idílica fantasía. Debía volver a vestir la insufrible armadura y a empuñar el aspis para embarcarse en esa despiadada cruzada en la que se había convertido su vida.
Ayssssssssssss.... quién pudiera regresar a la rutina desde esos paseos, besos, arrumacos, miradas y silencios!... Me has recordado sensaciones añoradas y adoradas...
ResponderEliminarMuy bueno el relato. Vas encontrándote más cómoda. Cada vez resultan más gráficos, más palpables.
Sólo una "pega", si me permites, aunque imagino que habrá sido cosas del corrector automático de word... "absorta" en lugar de "exhorta"
Besos, y sigue deleitándonos con tus relatos, preciosa
Begocita