Interrumpió en
su cuarto mientras dormía. Sigiloso para que no se percatara de su presencia,
se acercó a su cama y comenzó a acariciarla de forma muy delicada, acompasada y
casi ceremoniosa.
Era verano, de
esos días en los que te acuestas ligerita de ropa, o ni siquiera te atreves a
ponerte nada, porque todo te molesta. De esos días, que hasta la sábana te
incomoda aunque sea muy fresca.
Deslizaba sus
manos por los finos cabellos, aspiraba su perfume, queriendo respirarla a toda
ella. Entonces no se resistió a continuar, aprovechando que estaba sumida en profundo sueño y no se iba a importunar
cuando lo viera en su cuarto y en su lecho. Continuó acariciándola, palpando
cada rincón con curiosidad y con
maestría. Como si careciera del sentido de la vista, leía con la yema de sus
dedos cada pedacito de piel, cada rincón. Imaginaba ser correspondido y
devorado a besos, abrazos, mordiscos…
Armándose de
coraje decidió ir mas allá, aumentar la intensidad de las caricias, sumarle
besos, y hasta poseer su cuerpo. Ella, de forma inconsciente, respondía deseosa,
aunque seguía profundamente dormida. Se agitaba
de placer, y esto se reflejaba en su rostro.
Cuando
despertó, feliz y relajada, se dio cuenta que todo había sido un sueño.
Es un buen juego sensual hacerse la dormida. Y para nosotros un motor que nos acelera.
ResponderEliminarUn beso
Toni
Ves...sin quererlo, sin quererlo ya llevas 17 relatos publicados, felicidades, no decaigas, a ver si el próximo año lo duplicas con historias como estas....
ResponderEliminarMuchos ánimos como siempre y besitos.