Ella se convirtió en la actriz
principal, le susurraba al oído palabras embriagadoras, a las que no se podía
resistir. Jugaba con su oreja cuan deliciosa
golosina, deteniéndose largo rato en su carnoso lóbulo. Una vez lo tuvo
a punto de caramelo, empezó el contacto. Con las manos, con la lengua, con las
yemas de los dedos… fue directa a acariciar las zonas más eróticas y erógenas
imaginables. Con una sola caricia era capaz de excitarlo como nunca hubiera, ni
siquiera soñado. Las orejas, la nuca, el pene, los glúteos, el interior de los
muslos, los pezones… eran todas zonas que se estremecían de placer cuando las
acariciaba. Mientras recorría su cuello con la lengua, usaba tus manos para
jugar con su pene… sin prisa pero sin pausa. ¡Se volvía loco! Lograba controlar su eyaculación, la retardaba
lo máximo posible.
Justo en el momento que estaba a
punto de caramelo, cambiaba de maniobra. En el momento de estallar… cambiaba la
postura, así cada vez estaba más ardiente y excitado. Después de pasar por una
tortura tan placentera, tocaba poner el broche final que lo llevaría al octavo
cielo. Había oído hablar muchas veces de ello, pero no sabía si sería capaz de
conseguirlo. Se le colocó encima y
cuando la penetró, ella contrajo con
suma maestría sus músculos vaginales, eso le provocó un suave masaje en su
miembro que lo puso a diez mil por hora. A partir de aquí... continuó el
desenfreno de placer en el que ahora ella, se dejó hacer…
Atado es el SUMUN
ResponderEliminarBeso