Recordaba las cosas prohibidas que habían acontecido en su vida, y lo hacía con nostalgia. Nostalgia de saborear en sus labios las mieles vividas y las que no llegó a vivir por miedo al después que era el mañana. Ese frenesí en el pecho por hacer o simplemente pensar en algo vedado a los pensamientos inocentes… Era eso, el sentir el peligro lo que alentaba el frenesí del día a día, pero que se desinflaba con la realidad. Lo peor, no era su mente, sino la de quien la incitaba, en idénticas circunstancias y temores a los suyos. Inconscientes niños dejados arrastrar por la corriente, sin prever las rocas que podrían encontrar en su descenso por las aguas turbulentas.
sábado, 22 de agosto de 2009
PENSAMIENTOS
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