lunes, 31 de agosto de 2009

SENTIR

Se mostraba sensual pues sabía que nadie la observaba. En su cuarto, en la penumbra jugaba a ser observada por ojos curiosos y realizaba ademanes de incitación a los ojos huérfanos de cariño, cuan meretriz instruida. Pero todo era fantasía, fantaseaba en la soledad de sus tardes, y de sus noches, con embeber las ricas mieles de los labios ajenos. Con dulces caricias que la encumbraran a lo más alto, con tiernos susurros… ¿Y qué daño hacía? Aún a nadie se le había ocurrido cobrar por los sueños y ella era la reina de sus visiones.

Sentada en su cama, contemplaba sus tiernas y suaves carnes. Deslizaba sus dedos acariciando sus muslos jamás por nadie profanados. Acariciaba su rostro, imaginando dulces agasajos y galanterías. Se sentía mujer, pero quería que otras manos  y otros ojos así también la sintieran. Que bebieran los ricos néctares que tenía para ofrecer. Que sintieran ese palpitar frenesí que desde su flor más preciada tenía para brindar y ahora clamaba con grito sordo, que nadie oía…

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