sábado, 17 de abril de 2010

JUEGO

      Se acercó sigilosa al sillón donde se encontraba durmiendo plácidamente  la siesta. Hacía calor, como no podía ser de otra forma a principios de agosto y la ropa se pegaba al cuerpo de una forma insoportable, con lo que como mejor se estaba era sin ella.

     Como un gato, se acercó sin apenas hacer ruido y decidió acariciarlo, besarlo y proporcionarle todo tipo de agasajos complacientes cual esmerada geisha. Con la lengua húmeda refrescaba cada rincón de su sudorosa piel, no olvidando nada, ni abandonando a su suerte ninguna parte del cuerpo de su amante.

     Con suma maestría  acariciaba su miembro viril, que aunque en principio dormido, pronto despertó ante los continuos mimos y atenciones. Agarrándolo entre sus manos de forma delicada en principio y más enérgica luego, comenzó procurarle placer. Trataba con sus acompasados movimientos transmitirle todo el deseo contenido, que ella misma atesoraba y que anhelaba recibir también, y que enseguida recogió.

    Los dos amantes, como uno solo, besaron apasionadamente sus sexos, se acariciaron con frenesí y terminaron poseyéndose, prisioneros del fuego y del deseo. En un juego, que pronto culminaría con una explosión, el éxtasis.

lunes, 5 de abril de 2010

DEVANEOS


            Se hizo experta en el arte amatorio, la diva de las meretrices, la reina de las concubinas. Su ávida lengua era capaz de recorrer con suma destreza cada rincón de los impávidos amantes que esperaban ser mimados y descubiertos. Una sutil mirada, podía convertirse luego en el más encarnizado momento de goce que dos cuerpos son capaces de proporcionarse. Tras las caricias, llegaban los escalofríos que produce el delicado tacto tras el roce de la piel. Los abrazos… 

Toda  ella la convertían en la perfecta amante. Hasta la más mínima sutileza con la que era capaz de morderse el labio, invitado a ser devorada sin contemplaciones, haciendo y dejándose hacer, se transformaban en momentos de lujuria, desenfreno y el mayor placer inimaginable.

Era todo un lujo espiarla en el baño, mientras tomaba uno de espuma o de sales, sus preferidos cuando quería volver a nacer. La sutilezas con la que se propinaba las más delicadas caricias, la transportaban a otro espacio sólo con el simple, pero al mismo tiempo sublime, acto de deslizar los dedos sobre cada rincón de su  piel…¡Mírala! ¡Mírala y no apartes la vista! ¡Recréate! Ella te regala este momento, sólo para tí, porque ahora sólo importas tú. Y ella es sólo para tí