miércoles, 12 de mayo de 2010

GOZO


Lo había pensado durante mucho tiempo y había decidido que ya era hora de cumplir con el capricho que tantas veces él le había suplicado. Provista apenas de una desgastada camiseta que dejaba entrever sus firmes pechos y sus delicados pezones, se había hecho con una maquinilla de afeitar y espuma. Estaba dispuesta a ser rasurada.
Laura se plantó frente a él y lo inquirió diciendo -“aquí estoy, puedes empezar cuando tú quieras. Soy toda tuya”. Acto seguido comenzó con el suntuoso ritual. El bello púbico relucía e invitaba a ser devorado, pero se resistió como pudo.  Pidió unas tijeras; debía de cortar la espesura de color canela, sin apenas rizo que poblaba el carnoso monte de Venus.  Y poco a poco fue retirando aquella suave espesura.
Hizo que se tumbara y arqueara sus delicadas rodillas; parecía lista para ser tomada, pero no. Continuó con aquel acto protocolario que tantas veces había deseado y hoy culminaba.  Rasuró con delicadeza alrededor de los labios que con su color carmesí, invitaban a ser deleitados con la lengua. Al acabar, admiró y no se resistió a acariciar su obra.
“Tómame”- lo incitó Laura. “Tómame y hazme tuya”. Con el pubis limpio, inducía a ser devorada. Ella, imploraba y suplicaba, se retorcía de placer en aquel sillón. Gemía como gata en celo, pidiendo ser poseída, dominada…