miércoles, 17 de febrero de 2010

CATAR

     Me dispuse a catarlo, a probar con delicado esmero el género, pues quería apreciar su calidad. Lo sometí a todos y cada uno de mis sentidos, en particular al del gusto y el olfato, como si de una copa de buen vino se tratara. Intentar  conocerlo, buscando sus diferentes defectos y sus diferentes cualidades con el fin de expresarlos, estudiarlo, describirlo, definirlo, juzgarlo, clasificarlo...

     Descubrir lo desconocido, lo impredecible, lo enigmático. Por eso, me situé ante él, como se  sitúa uno que fuera a enfrentarse a lo prohibido, a lo inalcanzable. En ese instante, la adrenalina se dispara y los sentidos se agudizan. En ese instante, uno no quiere que se le escape ningún detalle, ninguna sensación. Esa actitud de atreverse a catar lo prohibido, lo desconocido y misterioso.

     Parecía tan inocente y vulnerable, tan relajado, tumbado sombre las sábanas blancas. Olía a limpio, y yo cual leona preparada para abalanzarme sobre su presa… Por qué me ocurría esto, qué significaba este juego camaleónico en que se había convertido mi vida. No lo pensé más y con decisión, mas con sumo deleite, comencé a hacerlo mío con mis dulces y húmedos besos, que lo recorrieron una y otra vez para éxtasis de los que ahora eran amantes…

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