martes, 9 de marzo de 2010

PENUNBRA


Ella se convirtió en la actriz principal, le susurraba al oído palabras embriagadoras, a las que no se podía resistir. Jugaba con su oreja cuan deliciosa  golosina, deteniéndose largo rato en su carnoso lóbulo. Una vez lo tuvo a punto de caramelo, empezó el contacto. Con las manos, con la lengua, con las yemas de los dedos… fue directa a acariciar las zonas más eróticas y erógenas imaginables. Con una sola caricia era capaz de excitarlo como nunca hubiera, ni siquiera soñado. Las orejas, la nuca, el pene, los glúteos, el interior de los muslos, los pezones… eran todas zonas que se estremecían de placer cuando las acariciaba. Mientras recorría su cuello con la lengua, usaba tus manos para jugar con su pene… sin prisa pero sin pausa. ¡Se volvía loco!  Lograba controlar su eyaculación, la retardaba lo máximo posible.

Justo en el momento que estaba a punto de caramelo, cambiaba de maniobra. En el momento de estallar… cambiaba la postura, así cada vez estaba más ardiente y excitado. Después de pasar por una tortura tan placentera, tocaba poner el broche final que lo llevaría al octavo cielo. Había oído hablar muchas veces de ello, pero no sabía si sería capaz de conseguirlo. Se le colocó  encima y cuando la penetró, ella contrajo  con suma maestría sus músculos vaginales, eso le provocó un suave masaje en su miembro que lo puso a diez mil por hora. A partir de aquí... continuó el desenfreno de placer en el que ahora ella, se dejó hacer…

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