miércoles, 17 de octubre de 2012

CARICIA FURTIVA


Una tarde fría de otoño, Lía descansaba oyendo blues en el salón de su casa. El día se prestaba a eso, al recogimiento. La música invitaba de perderse y dejarse llevar hasta donde su imaginación fuera capaz de llevarla. Y eso hizo, se dejó llevar. Las yemas de sus dedos, recorrían suave y pausadamente su rostro. Su sien, sus párpados, sus mejillas, sus labios. Se paró en ellos para recrearse, para  degustar  el sabor de sus dedos como quien saborea el más dulce y jugoso de los helados. Acarició su cuello, como el más fiel de los amantes, y continuó trazando cada rincón de su cuerpo al ritmo de la acompasada música.

De repente, comenzó a sonar el Bolero de Ravel, y aunque no era de estereotipos, aprovechó la coyuntura del ritmo para engarzarse en el puro placer por el placer, sin pensar en nada ni en nadie, sólo oyendo lo que su cuerpo le susurraba. Sus manos campaban a sus anchas por los muslos y pechos, regocijándose con cada roce, con cada caricia, con cada presión. Se detuvo un instante en los pezones que erguidos parecían llamarla a gritos. A cada pellizco subía su adrenalina y se calentaba sus entrañas. El roce de sus dedos entre los muslos, la ponía a cien por hora.

Al acelerarse el ritmo de la música, se aceleró el ritmo de sus movimientos. Sus dedos, pasaron de acariciar su pubis a introducirse con maestría entre sus mojados labios inferiores, húmedos y escurridizos, la llenaban de sensaciones y de placer. Su respiración comenzó también a acelerarse, dejando escapar sutiles quejidos de placer.

Con una mano satisfacía los deseos de sus húmedos labios, de su ávida boca y de sus carnosos pechos, ambiciosos de placer; y con la otra, la necesidad imperiosa de sus entrañas que querían devorar sus dedos una y otra vez sin bajar el ritmo, buscando el más oscuro de los vicios y el más primitivo de los deseos, con un tenue jadeo quejumbroso de placer que la invitaba al goce y a coronar la cima  de su deleite lujurioso.

4 comentarios:

  1. Despuçes de un letargo despierto pausaamente

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  2. Me alegra mucho volverte a leer. No debes dejar pasar tanto tiempo.

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  3. Las caricias autoproporcionadas son el consuelo de los sedientos de júbilo

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