sábado, 9 de enero de 2010

BESOS

     Se había propuesto llenarlo de mimos y encumbrarlo de deseo; se lo merecía todo. Quería hacerlo de una forma diferente, y empezó a acariciarlo con sus jugosos labios. Primero por los pies, chupó uno a uno sus dedos y continuó acariciándolos con su lengua. Fue ascendiendo, pero no pararon sus besos. En cada pliegue de su piel se detenía para agasajarlo, mimarlo, todo le parecía poco…

      La jugosa carne en sus muslos la invitaba a recrearse, y lo hacía, hidrataba sus labios con su saliva y parecían más jugosos sus besos. Luego, sus nalgas, sus prietas nalgas… Subió por su espalda donde se detuvo un instante. Allí, subió y bajó, deslizándose hasta la nuca, con beso firme, se notaba que besaba. Un beso que se volvía cada vez más sensual y excitante.

     Giró su cuerpo para besarle la cara, sobre los párpados cuando éstos estaban cerrados, en la frente, o en las orejas, un gusto para todos los sentidos… Dejó para el final la zona que consideraba más erógena y que está despierta a la sensualidad, el cuello. Un beso sensual, dulce y excitante de los que provocan escalofríos. Sólo besos, besos para avivar las emociones más simples.

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